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La Presidencia

Pregón del Día de La Rioja 2024

La presidenta del Parlamento de La Rioja, Marta Fernández Cornago, pronuncia en Santa Coloma el tradicional pregón del Día de La Rioja

En este 8 de junio nos reunimos en este magnífico enclave del valle del Yalde. 

En la emblemática plaza de la Convención de Santa Coloma, ante la pétrea mirada del magnífico conjunto escultórico con el que Miguel Ángel Sáinz -Riojano Ilustre a título póstumo- grabó en forma de monumento con gran tino y sensibilidad a quienes nos precedieron en esta noble misión de defender, representar y engrandecer nuestro territorio.

Un espacio concebido para el recuerdo y el homenaje concentrado en la fuerza del mosaico que representa a los pueblos que hace 212 años se reunieron aquí y flanqueado por siete luminarias que simbolizan los siete valles de La Rioja. 

Poco más de 5000 kilómetros cuadrados recorren nuestra geografía de oeste a este, y de norte a sur. Un pequeño territorio que engloba una enorme riqueza paisajística, cultural y humana que compartimos al mundo. 

Santa Coloma nos recibe un año más con los brazos abiertos. Un pueblo dichoso del relevante rol que le ha adjudicado nuestra historia reciente, y que los colominos ejercen con orgullo y responsabilidad para mantener vivo el legado de nuestros antepasados. 

Han pasado, como decía,  212 años desde que este marco fuera el lugar elegido para reivindicar nuestro carácter propio como región. 

La Rioja es paso y es encuentro. Una condición que nos hace únicos y forja nuestro carácter abierto y acogedor. 

Y la privilegiada situación de Santa Coloma, a medio camino entre la sierra y el valle, le convirtió entonces en un lugar estratégico para celebrar un hecho que ha llegado a nuestros días convertido en un incuestionable baluarte de nuestra autonomía. 

La Convención de Santa Coloma supuso un hito. No fue la primera ni la última vez en la que nuestros representantes alzaron la voz para reivindicarse como una provincia con identidad propia. 

Y es que los servidores municipales fueron, son y serán pieza clave en el éxito de nuestra Comunidad. 

Personas volcadas con sus municipios. Porque ser alcalde o concejal es el mayor signo de generosidad, amor a tu pueblo y vocación de servicio. 

Me gustaría que estas palabras sirvieran también de reconocimiento y homenaje a su gran labor. Una tarea que implica cercanía y compromiso por encima de cualquier otra consideración. 

Es aquí donde el noble oficio de la política alcanza su máxima expresión. 

A pie de calle. En el día a día de los vecinos. Trabajando juntos. 

Porque los representantes municipales sois un patrimonio que aportáis un valor incalculable a nuestra tierra. 

Mi aliento y gratitud para que sigáis adelante con tan admirable tarea. Siempre contaréis con el apoyo de la institución que tengo el honor de presidir, el Parlamento de La Rioja, centro de la vida política de esta Comunidad y donde están representados todos los riojanos. 

Volviendo al hecho histórico que hoy nos concita en este marco especial, quienes han profundizado en nuestra historia coinciden en que aquella reunión fue diferente; marcó un punto de inflexión. Un antes y un después. Un hito trascendente. 

El sentimiento identitario ya había arraigado en el pueblo riojano. 

La inexistencia hasta aquel entonces de este reconocimiento lastraba las posibilidades de prosperidad de esta tierra. 

Y sus habitantes eran plenamente conscientes de esa situación de desventaja. 

Aquel 8 de diciembre -digo bien, 8 de diciembre- de 1812 influyó de manera decisiva en la consolidación de la provincia de La Rioja como entidad política y administrativa de España. 

No por conocido deja de ser necesario repasar someramente lo que ocurrió aquella jornada y lo que significó para el devenir de nuestro territorio. 

De lo que allí aconteció tenemos referencias, entre otros estudios, gracias al trabajo que la historiadora Rebeca Viguera elaboró en el marco del Plan de Investigación impulsado por el Parlamento de La Rioja, coincidiendo con el bicentenario de la Convención, y que culminó con la publicación del libro ‘La Convención de Santa Coloma de 1812. Historia de una reivindicación liberal de la identidad riojana’.

 Aquel encuentro, fechado en el 8 de diciembre de 1812 tuvo dos fines concretos: por un lado, la reorganización de la intendencia militar del territorio y, por otro, la solicitud de que se gobernase por sí mismo, de manera independiente de Soria y Burgos. 

El impacto de la Guerra de la Independencia y el evidente sentimiento provincialista que ya palpitaba desde el siglo anterior confluyeron en este mismo lugar para alumbrar soluciones a los problemas más acuciantes. 

Y, entre todos ellos, el que ha trascendido con mayor vigor hasta nuestros días: 

Que la provincia empezase a gobernarse por sí misma. 

Un paso trascendente porque fue la primera vez en la que el clamor del pueblo riojano llegó a las Cortes. 

Sin embargo, hubo que esperar hasta 1822 para que se plasmara la división de España en 51 provincias. 

Surgía así, por primera vez, la de Logroño, tomando como nombre el de su capital. 

Pero al año siguiente, en 1823, tras el regreso de Fernando Séptimo al trono se declaraban nulos y quedaban sin efecto los cambios en la estructura provincial. 

Habría que esperar una década, hasta 1833, para volver a ver reconocida como tal la provincia de Logroño, adscrita a la histórica región de Castilla La Vieja. 

Desde entonces, nuestro pueblo ha recorrido una larga senda de esfuerzo y sacrificio que fructificó en 1982 con el nacimiento de la Comunidad Autónoma de La Rioja.

 Han pasado, 212 años. 

Nadie duda ya de nuestra autonomía. 

Nadie cuestiona nuestra capacidad de autogobierno. 

Nadie imagina una comunidad que no sea como la que hemos logrado construir entre todos: única, fuerte, valiente, abierta, leal, emprendedora y acogedora. 

Y miren, los tiempos, han ido cambiando. Y los discursos aquí pronunciados, también. 

Me van a permitir un pequeño guiño al pasado. Y no voy a remontarme tan atrás. 

Hace unos días, buscaba en la hemeroteca -por curiosidad- cómo fue este acto el año de mi nacimiento, con el fin de ver cómo han cambiado las cosas…(o tal vez no tanto) 

Corría el año 1993 y el jarrero Eugenio Mazón Verdejo, a quienes muchos de ustedes recordarán con el cariño que se merece, pronunciaba el pregón del Día de La Rioja en calidad de presidente del Centro Riojano de Madrid y de la Federación Internacional de Centros Riojanos.

 Aquel día, Eugenio Mazón hacía una reflexión que bien nos sirve para 2024: 

Dijo: “Hoy nuestros problemas son radicalmente distintos, pero el ser humano, aunque más culto y con más necesidades, sigue siendo el mismo, y sus anhelos de paz y armonía también los mismos”. 

Decía, además, que “ser riojano es no concebir jamás una empresa como imposible”. 

Una afirmación con la que no puedo estar más de acuerdo. 

Creo que no hay frase que resuma mejor el espíritu de ser riojano. 

Los riojanos, nuestra gente, formamos un pueblo noble, trabajador, justo, luchador, solidario e integrador. 

Al igual que recogían las crónicas de antaño, hoy seguimos defendiendo el papel de nuestra Comunidad Autónoma en el conjunto de España. 

El Día de La Rioja es un día de celebración; de exaltación; de gritar a los cuatro vientos que somos riojanos y nos sentimos orgullosos de ello. Pero también de seguir reivindicando año tras año nuestro papel en la historia. 

Defendemos con orgullo nuestro amor a La Rioja y nuestro amor a España. Somos una tierra orgullosa de su historia, sin perder el espíritu de unidad que nos confiere la Constitución. 

Y quiero además compartir, en mi recuerdo a Eugenio Mazón,  otro pensamiento de este embajador riojano fuera de nuestras fronteras: “El amor a La Rioja se acrecienta cuanto mayor es la distancia”. 

Y traigo esta reflexión a colación para evocar a nuestros actuales embajadores de La Rioja en el exterior: los riojanos de la diáspora. 

Hombres y mujeres que tuvieron que abandonar nuestra querida tierra en busca de un futuro mejor. 

Hoy, décadas después, sus nietos y biznietos mantienen viva la llama del amor a sus orígenes. 

Generación tras generación han aprendido a amar sus raíces y se han convertido en nuestros mejores embajadores fuera de La Rioja. 

Desde la distancia física -que no sentimental- vemos con verdadera admiración el inmenso cariño con el que festejan las tradiciones que nos hermanan. 

Para ellos nuestra gratitud, afecto y reconocimiento.

También, este mensaje, lo vemos reflejado en centenares de jóvenes y adolescentes, que cada año parten de nuestra tierra para emprender un proyecto académico o profesional. Yo misma vi cómo amigos iniciaban este camino con la ilusión de emprender una nueva etapa, pero con la nostalgia propia de recordar lo que queda atrás. 

Porque La Rioja es una tierra con un enorme potencial de atracción, así lo transmitimos la mayoría de los riojanos, que suscita en muchos de estos jóvenes que un día tuvieron que partir, la necesidad de volver a sus orígenes en busca de esa calidad de vida, tan única, tan nuestra, para desarrollar su proyecto vital. 

La Rioja son sentimientos arraigados al terreno. 

Se da la circunstancia de que hoy conviven en este acto dos generaciones de riojanos unidos por un mismo sentimiento: 

Aquellos que vivieron los primeros balbuceos de nuestra autonomía y la defendieron sin ambages hasta consolidarla y quienes crecimos asumiendo con la mayor naturalidad algo que no siempre había sido así. Aunque eso lo fuimos aprendiendo después. 

Y hoy reconocemos y agradecemos vuestros desvelos por este anhelo compartido de lograr lo mejor para nuestra tierra; las más altas cotas de progreso y bienestar. 

Por eso, les invito a todos ustedes a renovar nuestro firme compromiso con nuestra tierra. 

Un llamamiento a la unidad, a la concordia, a la suma de todos. 

Un compromiso basado en la defensa de nuestro territorio. 

Qué cuando echemos la vista atrás sea, como me ha ocurrido a mí, para valorar y agradecer los éxitos alcanzados. Debemos poner en valor el legado de nuestros padres, de nuestros abuelos. 

El esfuerzo ha merecido y siempre merecerá la pena. 

Por encima de cualquier otra consideración, por encima de cualquier interés está nuestra responsabilidad con las generaciones futuras. 

No podemos defraudarles. 

Celebremos la riqueza de nuestra tierra, la cercanía de nuestra gente, la esencia de nuestras tradiciones y el compromiso de nuestro futuro.

 

Muchas gracias y Feliz Día de La Rioja